"Autobiografía de Alice B. Toklas"
(Autobiography of Alice B. Toklas, 1933)
Gertrude Stein
Ed. Lumen 2014, 306 págs.
Se trata del libro más conocido y popular de la singular escritora y mecenas de las artes Gertrude Stein (1874-1946).
Para quien no conozca a la autora y su vida, esta obra puede resultar confusa y engañosa, ya que no se trata de la autobiografía de la Srta. Toklas, sino la de la propia autora, escrita como si la viera otra persona. Como si la vida de Alice hubiera sido la contemplación de la vida de Gertrude.
Gertrude Stein y Alice B. Toklas, amigas, amantes, judías y lesbianas. Una pareja terriblemente peculiar, que desde que se conocieron vivieron juntas hasta su muerte.
El estilo de escritura de Stein es muy particular: moderno e inclasificable. Como ideas sueltas y paradójicas. Con mezcla de lo más sublime y lo más pedestre en el mismo nivel, lo que produce una sensación cómica. Una desmitificación de cualquier trascendencia. Si bien en este libro hay una intención de ser asequible al público.
Alice conoce a Gertrude en París, cuando está instalada con su hermano y los Stein se dedican a comprar cuadros de pintores modernos, pero muy cuestionados y con poco valor, porque les gusta su pintura y se sienten fascinados. Todo ello les permite conocer e intimar con casi todos los pintores de la época, los marchantes y después los escritores y "tout le monde" interesante del momento.
Gertrude se describe a sí misma como un genio (que el tipo de escritura indirecta le permite), alguien excepcional. A nosotros no nos cuesta aceptarlo.
Después hay un repaso exhaustivo de nombres, de grandes nombres que nos son presentados en zapatillas y resulta enormemente atractivo. Es como un cúmulo de chafarderías muy divertido.
No es raro que el libro fuera un éxito, ya que nos permite atisbar un época irrepetible y conocer a un montón de personalidades desde una óptica original.
No es raro que el libro fuera un éxito, ya que nos permite atisbar un época irrepetible y conocer a un montón de personalidades desde una óptica original.
Sin embargo, no hay que perder de vista que bajo esa apariencia de inocencia sorprendida hay bastante maledicencia y falta de objetividad: si yo les gusto, me gustan y si no, no. Hacia el final parece que vayamos montados en un tiovivo sin frenos y se nos presentan a las personas de forma atropellada y sin sentido. El retrato de Hemingway es pura maldad innecesaria y todo el conjunto acaba dejando una mala sensación de chismorrería oportunista.
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