" El viejo y el mar "
( The Old Man and the Sea ) 1952
Ernest Hemingway
Ed. Lumen/Penguin Random House 2020 - ebook
traductor: Miguel Temprano García
prólogo Juan Villoro (2003)
Hemingway obtuvo con esta novela breve el Premio Pulitzer 1953 y al año siguiente el Premio Nobel de Literatura en 1954 por toda su obra. Quizá por ello es la obra con la que más se le identifica.
Santiago es un pescador pobre cubano que sale con su pequeño bote a pescar para sobrevivir. Lleva más de ochenta días sin pescar nada y teme que la mala suerte se esté cebando con él. Manolín un joven que lo ayudaba es obligado por su padre a faenar en otro barco con mejor suerte, muy a su pesar porque lo une al viejo pescador lazos de amistad y admiración.
Esta vez, Santiago decide internarse más lejos para probar fortuna y logra pescar un marlín de gran tamaño. Durante tres días luchará con el pez hasta llegar al borde de la extenuación física. Logra colocarlo amarrado por fuera del bote, pero el trayecto hasta puerto es largo y el pez deja un rastro de sangre que los tiburones pronto localizarán. Santiago deberá enfrentarse a varios de ellos que le acabarán arrebatando su captura y llegará al puerto con tan solo la raspa que en cualquier caso acredita su hazaña.
El libro es sin duda una obra maestra absoluta a la que no se le puede reprochar nada. Es cierto que para las personas que no somos aficionadas a la pesca puede resultar algo aburrida la descripción minuciosa de todas las labores de pesca, pero eso no es un defecto del libro, es una gran cualidad atribuible a la gran experiencia de Hemingway pescando y a su conocimiento de primera mano aunque él fuera un pescador deportivo.
Es un libro que nos llega muy adentro porque las peripecias de Santiago las sentimos muy reales y sinceras. Hay compasión por el infortunio, por la pérdida de facultades, por la falta del vigor de la juventud, por ese irse a dormir a un catre relleno de periódicos, por aferrarse a las cosas que le gusta como el beisbol estadounidense y sus estrellas, por los amigos de los que no se debe abusar, por la aceptación de la soledad, y por la dignidad que puede atesorar cualquier ser humano cuando ya no le queda casi nada más.
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